Millenials en México viven con deuda y sin vivienda

En México, los millennials crecieron entre la caída de los precios del petróleo, el incremento de la deuda externa y la devaluación de la moneda frente al dólar.

Al comenzar su vida laboral se enfrentaron a la crisis financiera global del 2008, y ahora, en su época de mayor productividad, viven el gran colapso de la economía mundial.

Muchos millennials comenzaron su carrera laboral en la crisis del 2008. Desde entonces no han podido revertir las carencias económicas, y los especialistas indican que esas condiciones solo se recrudecerán en el trancurso de su vida.
Al respecto, el Informe Petras revela que la actual generación será la primera en tener una peor calidad de vida que sus antecesores, y eso mismo les espera a los más jóvenes.

Es una generación que vive de forma precaria, endeudada y sin la capacidad de construir un patrimonio. No pueden mejorar en términos sociales, pues no existen las condiciones”

Covivienda: nueva forma de hacinamiento

El sueño de trabajar en una empresa para comprar una casa es impensable para las actuales generaciones. La incertidumbre económica que trajo la pandemia incluso ha obligado a los jóvenes a desocupar los cuartos que rentaban y regresar a casa de sus padres. 

Según cifras de la comunidad virtual Dada Room, en la Ciudad de México uno de cada cinco jóvenes regresó a casa, y otros optaron por compartir espacios con más personas. Incluso hay parejas que viven con desconocidos para poder solventar los gastos.

Se ha popularizado la idea de que las generaciones jóvenes prefieren vivir en comunidad, y que no les interesa invertir en su patrimonio.

El profesor Jiménez Bandala argumenta que, por el contrario, los bajos ingresos de los millennials los dejan sin la posibilidad de adquirir una vivienda. “En la Ciudad de México, solo un 1% de los jóvenes son sujetos de un crédito hipotecario en relación con sus ingresos. Los censos muestran que la gente vive hacinada bajo el concepto de cohousing, y algunos logran comprar, pero en municipios periféricos a la ciudad, y hacen hasta tres horas de camino para llegar a su trabajo”.

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